THE ARTIST
George Valentin es un fabuloso actor de
finales de los años 20, cuando el cine aún consistía en mera
interpretación, ambientación orquestal y rótulos. Valentin desprende una
comicidad irresistible dentro y fuera de las pantallas. La propia
vitalidad humorística del actor, tanto del intérprete como del
personaje, transmite una calidez indispensable en el contexto del filme
para olvidar la falta de diálogos.
Valentin sucumbe y protagoniza un descenso a los infiernos. Al otro extremo, Peppy Miller
encarna la cresta de la ola. Una ferviente admiradora del carismático
actor que se introduce en el mundo del cine a ritmo de claqué
(simbolismo fundamental en la obra) y crece conforme comprende que el
significado del séptimo arte sólo es posible mediante la voz. Pizpireta,
incombustible y enamorada de Valentin, Miller significa el espectador y
su honda tristeza por todo lo que rodea al gran intérprete.
En cierto
modo, no hay peor aflicción que la ajena.Es un gran espectáculo que atraviesa distintas fases emocionales
(diversión, alegría, euforia, rabia, tristeza, compasión) y las expone,
las narra, con asombrosa sencillez. ‘The Artist’ es un revival
en la forma, pero también es un revival en lo que significa: el cine
como entretenimiento, las salas abarrotadas, todo aquello tan magnífico
que se nos ha olvidado. Por eso George Valentin es un fracasado, pero es
un fracasado necesario.
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