La noción de imaginario
social es fundamental para la comprensión del universo de representaciones
simbólicas que caracterizan y distinguen los valores y creencias de una
determinada sociedad. El imaginario social está compuesto por un conjunto de
relaciones imagéticas que actúan como memoria afectivo-social de una cultura,
un substrato ideológico mantenido por la comunidad. Se trata de una producción
colectiva, ya que es el depositario de la memoria que la familia y los grupos
recogen de sus contactos con el cotidiano. En esa dimensión, identificamos las
diferentes percepciones de los actores en relación a sí mismos y de unos en
relación a los otros, o sea, como ellos se visualizan como partes de una
colectividad.
Bronislaw Baczko señala
que es por medio del imaginario que se pueden alcanzar las aspiraciones, los
miedos y las esperanzas de un pueblo. En él, las sociedades esbozan sus
identidades y objetivos, detectan sus enemigos y organizan su pasado, presente
y futuro. Se trata de un lugar estratégico en que expresan conflictos sociales
y mecanismos de control de la vida colectiva. El imaginario social se expresa
por ideologías y utopías y también por símbolos, alegorías, rituales y mitos.
Estos elementos plasman visiones de mundo, modelan conductas y estilos de vida,
en movimientos continuos o discontinuos de preservación del orden vigente o de
introducción de cambios. La imaginación social, "además de ser un factor
regulador y estabilizador, también es la facultad que permite que los modos de
sociabilidad existentes no sean considerados definitivos y como los únicos
posibles, y que puedan ser concebidos otros modelos y otras fórmulas."
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